Han pasando 25 años, y aún así no puedo olvidar, cierto atardecer, ya nisiquiera comprendía si munro formaba o no parte de aquel avistamiento, o sí simplemente era una jugada en la cual el tablero no estaba a mi favor una vez más, recuerdo que en ese momento varios bigotes de nutrilom, se habían pasado fierro solary, antes de que ninguna fichita ni suceso saltara oponiendose a la luz u ocurriera un ruin, siniestro o malicioso del cual no sospechaba hasta ese entoncés. La ruleta ya estaba en marcha, una vez más era cara o seca y la suerte estaba hechada para varios lagartos que se oponian, a conservar Munro tal y como era. Se sentían vibras y bahos, desde mi choza podía sentir el entendimiento y el bello aromá de esas flores. Algo me hizo levantarme de mis aposcentos y dirigirme pasivamente, a la ventana, mientras en ese fino y delicado trayecto intentaba tranquilizarme ami mismo, y optar por que la fé me guié en esta jugada, en lo único que podía pensar sín embargo era en poder lograr una igualdad entre tu caquero, y este picado grueso... sín vueltas apoyar suavemente esos cantos con pasión y sín reflexiones ni espejismos de por medio.
Cuando entoncés en un pestañar puedo visualizar una imagén difusa, fantasmagorica que intentaba llamarme sobre las sombras de mi jardín, luego de eso sentí un abrazo celestial y todos mis sentidos comenzaron a desbanecerse. Desperte a mitad de la noche del mismo día y al instanté recorde el maligno fui velozmente a buscar una vela, y a salir al patio, aprovechando a poner el agua para hervir una polenta y unas pares de chauchas, apresuro el paso al jardín y me encuentro un antiguo papiro el cual solo descifraría sentandome a quemar, la marca del maligno paso a ser fé, y el entendimiento había comenzado a fluir dentro de mis pensamientos, munro estaba resguardado bajo el velo, de marquez y vivero, aquel papiro se desmanecio en mis manos mientras le daba mecha, y el sol comenzo a salir una vez más.
Subo a la cornisa a contemplar la mañana y a picar un buayo, como a diario solía resarle a dios por que en algun tiro de carabina podamos ser nosotros, y pegar un perico solo por la verdadera importancia del mismo, y simplemente dejo en manos de mi fé y del destino los proximos sucesos,
Rolando unas par de sedas veo el cielo y vuelvo a pensar en tener entre mis brazos ese cortachurros,
sí de regresiones hablamos; me siento realmente bendecido.
Justin K Broadrick - Munro 1925
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